Sentido de vida, Espiritualidad y Afrontamiento en la enfermedad

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Según la OMS, la enfermedad se define como la “alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible” (OMS, 2014). Rosenberg (1987) observa que la enfermedad no es sólo una entidad física sino que se constituye en un complejo constructo intelectual que amalgama estados biológicos y definiciones sociales.

Heidegger (1978), habla de la enfermedad como un ¨fenómeno existencial¨, es decir, algo que determina la existencia humana a ser de tal u otra forma. En este sentido, el estado enfermo es entendido como una situación de crisis que posee la capacidad de obstaculizar el cotidiano vivir. Por tal motivo es que, dependiendo del tipo de enfermedad, es posible experimentar a la misma como una situación de crisis existencial (Stephan D. et al., 2018). Según la real academia española, una crisis se define como el cambio profundo y de consecuencias importantes dentro de un proceso, de una situación, o en la manera en que estos son apreciados. Las crisis existenciales suceden en la vida del ser humano cuando éste se ve incapacitado para hacer frente a eventos específicos no pudiendo hacer uso de aquellos recursos que solían ser funcionales. Al atravesar por una crisis existencial el ser humano comienza a cuestionarse sobre su propia existencia (Rubí A. 2021).

En la búsqueda del sentido de la existencia, el sentido de la vida es relevante ya que es importante en situaciones de crisis tales como la enfermedad, el sufrimiento y la muerte (Fernández I., 2006). El sentido de la vida puede definirse como aquello que logra dar un significado específico, en un momento concreto, a la existencia de cada ser humano, implicando una tarea personal por encontrar algo que otorgue significado a la vida en torno a las circunstancias personales de cada persona. De este modo, la búsqueda de tal sentido se transforma en una fuente de motivación para seguir viviendo, asumir responsabilidades e incluso tolerar momentos difíciles (Rodríguez G. et al., 2011). La persona enferma atraviesa por constante dolor y sufrimiento; y es frente al miedo a morir y de sufrir el dolor, donde el ser humano se vuelve capaz de desvelar el sentido de su existencia, ya que la angustia frente al sufrimiento y la muerte le impulsará a la vida (Jung, 1978).

El doctor Howard Gardner, en su teoría de las inteligencias múltiples, hizo referencia a un tipo específico de inteligencia a la que denominó inteligencia existencial o trascendente, manifestada en la necesidad de plantearse y practicar los aspectos espirituales, lo cual se evidencia mediante cuestionamientos acerca del significado de la vida, de la muerte o del amor (Piedra Hernández, M., 2018). En esta dirección Maslow (1943) aportó el término de autorrealización, el cual consiste en un estado espiritual en el que el individuo emana creatividad, es feliz y alcanza un propósito (Piedra Hernández, M., 2018). Maslow también afirmaba que sólo los seres humanos que encuentran un sentido a la vida logran auto realizarse, llegando a disfrutar de experiencias místicas o cumbre (Maslow, 1991); esto permite entrever la relación existente entre el sentido de vida y la espiritualidad (Baboun Garib S., 2019).

Hazelwood J. (2020) afirma que la espiritualidad es lo que el ser humano hace con el aliento de vida que recibió de Dios. Este aliento de vida es lo que lo hace un ser viviente y, por lo tanto, creado para comunicarse y para vivir en comunión con Dios y con todo lo creado. Vivir una espiritualidad con el significado de soplo de vida, encontrando un sentido a lo trascendente (Pessini L. et al, 2006). Lo espiritual de la vida es un conjunto integral de componentes físicos, sociales y psicológicos; en este sentido la espiritualidad se percibe como vinculada a propósito y sentido de vida (Baboun Garib S., 2019). Francke (2011) refiere que la espiritualidad se asocia a un mayor bienestar subjetivo y a la disminución del impacto de hechos traumáticos o estresantes que pueda vivir la persona; por tanto una sólida conexión espiritual puede mejorar la satisfacción de la vida y facilitar la adaptación a impedimentos y obstáculos contribuyendo además a la capacidad de enfrentarse de modo efectivo ante la presencia de enfermedades y eventos vitales negativos (Delgado C, 2005).

Por otra parte, Izuel C. (2004) considera que la enfermedad es un hecho estresante que estimula estrategias de afrontamiento a las respuestas emocionales negativas de la enfermedad. El afrontamiento se define como intentos cognitivos y conductuales que cambian de manera constante con el objeto de dominar las exigencias tanto internas como externas, las cuales son consideradas como restrictivas y que sobrepasan los recursos de la persona (Ramírez, Esteve 8L Lopez, 2001; Lazarus y Folkman, 1986). Estos cambios continuos en los pensamientos y en las acciones, son los que van capacitando a las personas para poder enfrentar aquellas situaciones difíciles por las que atraviesan. Mediante el proceso de afrontamiento el individuo es capaz de hacer frente a las diferentes tensiones, solucionar determinados problemas y tomar decisiones. Conlleva como componentes esenciales el cognitivo, que incluye el pensamiento y el aprendizaje necesarios para identificar la fuente responsable de la tensión; y no cognitivo, el cual es automático y que tiene como principal función el alivio de las molestias (Stone et al.1988).

Lazarus y Folkman (1986) distinguen dos tipos generales de estrategias de afrontamiento. Las de resolución de problemas, las cuales están directamente dirigidas a manejar o alterar el problema que está causando el malestar; y las de regulación emocional en cuanto métodos que contribuyen a regular la respuesta emocional ante el problema. Los mismos autores proponen la existencia de ocho estrategias diferentes de afrontamiento dentro de los dos tipos generales (las dos primeras más centradas en la solución del problema, las cinco siguientes en la regulación emocional, y la última focalizada en ambas áreas). En primer lugar mencionan a la confrontación, la cual se refiere a los intentos de solucionar la situación mediante acciones directas o potencialmente arriesgadas; la planificación, que consiste en pensar y desarrollar estrategias para solucionar el problema; distanciamiento, es decir, intentos de apartarse del problema o de evitar el ser afectado; el autocontrol, esfuerzos para controlar los propios sentimientos y respuestas emocionales; aceptación de responsabilidad, reconociendo el papel que se haya tenido en el origen o en el mantenimiento del problema; escape-evitación, a través del empleo de un pensamiento irreal improductivo; y por último la reevaluación positiva, intentando percibir los posibles aspectos positivos que tenga o haya tenido la situación estresante.

En relación a lo anteriormente expuesto, se podría decir que la valoración que la persona enferma haga de su situación, como así también el sistema de creencias en general, puede estar altamente relacionado con el sentido que da a su vida en la situación concreta de enfermedad o de una manera más global. Por lo que, el afrontamiento a la enfermedad puede estar condicionado por el sentido que el individuo encuentre a su vida, el cual a su vez está influenciado por las creencias existenciales y el desarrollo y la práctica de la espiritualidad. Por otra parte, además de los aspectos negativos de la enfermedad que provocan malestar psíquico, sufrimiento e incluso alteraciones psicopatológicas, existe la posibilidad de vivir la situación como una fuente de experiencias positivas las cuales refieren a una sensación más elevada de propósito en la vida y mayor espiritualidad. Es decir, que el sentido de vida y la espiritualidad de la persona enferma pueden influir en los mecanismos de afrontamiento y en el impacto psíquico del estrés que supone la enfermedad. (Muñoz A. et al., 2000).

Si estás atravesando por un proceso de enfermedad, mi consejo como profesional de la salud mental, es que busques ayuda. Cuanto antes lo hagas, podrás adoptar mecanismos de afrontamiento útiles que te permitirán salir resiliente del proceso en el que te encuentras. No lo dudes. Te espero.